Artículo originalmente publicado el 12 de enero de 2011 en "Nuestro Blog"
El terremoto de Puerto Príncipe tiene singular importancia en la historia de los desastres naturales que han impactado a América Latina y el Caribe, en primer lugar debido al gran número de víctimas que causó el sismo (más de 316 000 muertos, 350 000 heridos y 1’500 000 desplazados, según datos oficiales proporcionados por el Primer Ministro de Haití al cumplirse el primer aniversario del terremoto) y, en segundo, porque congeló, luego de 30 segundos de trepidación intensa, el desarrollo de todo un país. Solo un sismo en el último siglo produjo mayores pérdidas de vidas, el terremoto de 1976 en Tangshan, China, mientras que el gran terremoto de Sumatra del 2004 cobró la vida de 230 000 personas, aunque la devastación provocada por este último se debió principalmente al posterior tsunami que se generó a causa del terremoto y que barrió las costas del Océano Indico.
He aquí algunos temas recogidos de la experiencia haitiana, que obligan a nuestra reflexión:
Los daños causados por el terremoto del 12 de enero de 2010 se han estimado entre 7 500 y 14 000 millones de dólares que representan hasta el 120% del PIB de Haití. Si se comparan los costos económicos de la tragedia con los causados por el terremoto de Chile (alrededor de 20 000 millones de dólares), parecerían ser similares al estar dentro del mismo orden de magnitud. La diferencia radica en que la reserva monetaria de Chile a la época del terremoto sobrepasaba los 45 000 millones de dólares. En buen romance, Chile podía absorber el impacto de la catástrofe sin ayuda externa; a Haití el terremoto le significaban 54 años de retraso en su desarrollo (suponiendo que el crecimiento económico de Haití se mantenía a un promedio de 2,22% anual que es la media de los últimos cinco años según el Banco Mundial). En otras palabras, Haití retrocedió en esos fatídicos 30 segundos a su condición anterior a 1956. Siendo ya un país con inmensas dificultades para su desarrollo, el terremoto lo ha colocado en una situación prácticamente inviable y los problemas de todo tipo que se vislumbran en los titulares de la prensa que sobre Haití, desde insalubridad y la epidemia de cólera hasta ingobernabilidad y la imposibilidad de elegir presidente, son prueba de ello.
A pesar de que se conocía que Haití se encuentra en una zona sísmica muy activa, marcada por la presencia de una microplaca tectónica llamada Gonave, muy poco se hizo para no presentar una vulnerabilidad extrema ante los terremotos característicos de una zona límite de placas. Esta microplaca se está moviendo en sentido contrario a la vecina placa de Norteamérica una velocidad de 2 cm cada año y acumula energía sísmica a esa tasa anual. Cabe anotar que la placa de Nazca se mueve contra la placa de Sudamérica, en la que se localiza el Ecuador, a razón de 6 cm por año, tres veces más rápido que en Haití, con lo que en la zona de rozamiento entre nuestras dos placas se acumula también tres veces más energía sísmica que en el ambiente tectónico haitiano.
La falla geológica causante del terremoto se denomina falla Enriquillo- Plantain Garden y atraviesa el sur de Haití de oeste a este, penetrando en República Dominicana con la que Haití comparte el territorio de la Isla Hispaniola. La falla pasa muy cerca de Puerto Príncipe y había sido claramente reconocida como activa antes del fatídico 12 de enero de 2010.
Puerto Príncipe en particular y todo el trazado de la falla Enriquillo-Plantain Garden fueron afectadas por grandes terremotos en 1684, 1751, 1770 y 1860. Un atento observador podrá notar rápidamente que cada siglo en la historia de Haití al menos un gran terremoto liberaba la energía sísmica acumulada de manera constante por el movimiento diferencial de las dos placas tectónicas y que era cuestión de tiempo que la pausa telúrica observada durante el Siglo XX se rompiera. Seguramente muchas décadas de inestabilidad política y problemas económicos y sociales hizo olvidar a los haitianos estos capítulos de su historia. En el Ecuador, y en particular en la Sierra centro-norte, la historia sísmica es muy similar. Todos los siglos a partir de la conquista tienen uno o más terremotos emblemáticos que causaron gran destrucción, muerte y posterior refundación o reasentamiento de las ciudades: 1698 Ambato, 1797 Riobamba, 1868 Ibarra, 1949 Ambato. Son capítulos de nuestra historia que no podemos olvidar. No es para sorprenderse que en el mismo entorno socioeconómico, Haití careciera de un centro sismológico, de códigos de la construcción y de una cultura de prevención ante terremotos.
Sin embargo, los mayores daños se observaron en estructuras moderadamente costosas, estructuradas con columnas y losas de concreto rellenadas con paredes de bloques de concreto, pero que no contaban con ninguna capacidad para absorber, transmitir y/o disipar las fuerzas sísmicas por sus graves deficiencias en diseño sismorresistente y por métodos de construcción y materiales inadecuados (Lindell, 2010).
Es ampliamente conocido que en las cuencas y el fondo de los valles las fuerzas sísmicas se amplifican principalmente por la presencia de capas de suelos poco consolidados. El caso más claro al respecto se observó durante el terremoto de México de 1985, donde los daños se circunscribieron a edificios construidos en suelos blandos correspondientes al relleno del antiguo lago de Texcoco.
Estudios realizados por Hough y otros (2010) a raíz del terremoto de Haití han demostrado que la topografía también es un factor de amplificación de las fuerzas sísmicas en niveles mayores a los esperados. Esta amplificación sísmica provocó daños importantes en construcciones localizadas en las partes altas de las colinas y crestas de las lomas que circundan Puerto Príncipe provocando el daño y colapso de importantes hoteles, embajadas y viviendas. Las condiciones de la topografía que circunda a muchas ciudades de la Sierra y a algunas de la Costa ecuatorianas nos obliga a tomar en cuenta a este factor.
Nos duele mucho la tragedia que asoló Haití y que continúa un año después. Aprendamos de su tragedia para evitarnos dolores propios. Reflexionemos sobre nuestras propias vulnerabilidades para tratar de reducirlas antes de la siguiente campanada del reloj sísmico.
Hugo Yepes/Mario Ruiz
Instituto Geofísico
12 de enero de 2011
9 de enero de 2012
Los días 6 y 7 de enero de 2012 personal del Instituto Geofísico de la EPN realizó una serie de trabajos en las estaciones de monitoreo del volcán el Reventador, y pudo determinar mediante observaciones directas la presencia permanente de una columna de emisión de vapor y gases color blanco, que se elevaba alrededor de 300 m sobre el nivel del cráter y se dirigía hacia el occidente-nor-occidente.
Columna de emisión de vapor y gases en el volcán Reventador. Fuente: S. Vaca IGEPN. Enero 2012
Además, pudo establecer que la fuente de emanación de dichas emisiones de vapor se encuentra en el domo que está creciendo al interior del cráter. El domo sobrepasaba por algunas decenas de metros el nivel más alto del cráter y prácticamente llena la base del mismo. Esta observación era evidente en la abertura que se puede ver en el sector sur-occidental del cráter y que es además el sitio de desfogue de la mayor parte de flujos de lava generados desde el 2002.
Emisión del volcán El Reventador, donde se puede apreciar el tamaño del domo que está casi llenando el cráter y que sobrepasa por varias decenas de metros la altura del mismo. Fuente Sandro Vaca IGEPN - Enero 2012
SV/LT
16:00 (tiempo local)
Instituto Geofísico
Escuela Politécnica Nacional
MADRID, 09 (SERVIMEDIA)
Cerca de 600.000 haitianos permanecen en campos de desplazados en la actualidad y aún no se ha retirado ni el 25% de los escombros provocados por el terremoto de hace dos años, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Así lo comunicó este lunes Misiones Salesianas, con motivo del segundo aniversario del seísmo que el 12 de enero de 2010 asoló el país caribeño.
Más del 80% de la población haitiana vivía en la pobreza antes del terremoto y la mitad no sabía leer ni escribir, recordaron los misioneros, para quienes Haití no es un país destrozado por el terremoto de enero, sino un país expoliado desde mucho antes. Sin embargo, se trata de un pueblo fuerte y el terremoto nos da la oportunidad de hacer un país mejor, agregan.
Como dato positivo señalaron que más de 23.000 niños y jóvenes y unos 1.200 profesores ya han vuelto a las aulas en los centros educativos salesianos de Haití.
Por ejemplo, más de 850 niños van a la escuela de Cap Haitien, otros 145 jóvenes estudian en la escuela agrícola, 120 alumnos aprenden distintos oficios, como albañilería, carpintería o enfermería en Fort Liberté, y más de 1.000 niños y jóvenes podrán formarse en el centro de Gressier, que el pasado mes de octubre visitó la reina doña Sofía.
(SERVIMEDIA)
09-ENE-12
AGQ/caa
MADRID, 9 Ene. (EUROPA PRESS) -
Cruz Roja Española ha alertado de que las necesidades en Haití dos años después del terremoto que azotó el país son "enormes" y han advertido de que la única manera de mejorar las comunidades a largo plazo es mediante proyectos de reconstrucción y desarrollo planificados de manera participativa con los propios haitianos.
En este sentido, la institución ha remarcado que el contexto humanitario en Haití sigue siendo "muy complejo" y que, a pesar de los avances, las necesidades de la población haitiana continúan siendo "muy grandes". Por ello, Cruz Roja Española mantiene abierta su campaña de recaudación de fondos a través del 902 22 22 92 y de la página web www.cruzroja.es por medio de la cual recaudó 48,7 millones de euros, de los que ya ha invertido más de la mitad.
Según ha señalado la organización, la "larga" fase de ayuda humanitaria ha dado paso a una etapa de reconstrucción y desarrollo "que sentará las bases de un futuro mejor para las familias afectadas". Así, ha indicado que ya han entregado 3.100 alojamientos progresivos que han proporcionado una vivienda segura a más de 16.500 personas y que tienen prevista la realización de 4.500 viviendas, lo que ha generado "cientos de puestos de trabajo".
Además, han comenzado con la construcción de servicios de agua y saneamiento, que está previsto que finalicen a lo largo de 2012 pues, según ha recordado la jefa de la delegación de Cruz Roja Española en Haití, Bárbara Vallés, el alojamiento "no se limita solamente a construir unos cimientos y unas paredes" sino que también se compone de otros elementos como el acceso al agua potable y el saneamiento, así como oportunidades de educación y empleo o medios de subsistencia".
Asimismo, ha destacado que más de mil familias han recibido semillas y aperos de labranza y formación en técnicas sostenibles de producción agropecuaria y que están trabajando en la reconstrucción de 16 escuelas y un centro de salud.
"Todos los proyectos de reconstrucción y desarrollo que realiza Cruz Roja Española se han identificado de manera participativa y detallada con las familias, lo que nos está permitiendo ajustarnos mejor a sus necesidades y capacidades e iniciar en 2012 proyectos de generación de ingresos, de preparación para desastres, de cuidado de la salud y promoción de higiene", ha apuntado la delegada de desarrollo, Alicia de Oliva.
Igualmente, Cruz Roja Española ha destacado que se han distribuido más de 375 millones de litros de agua desde enero de 2010 a septiembre 2011, se han instalado más de 650 letrinas, duchas y lavamanos que han beneficiado a más de 80.000 personas, al tiempo que se han promovido actividades de higiene para más de 223.000 haitianos y talleres de preparación para desastres para más de 4.000 familias.
PUERTO PRINCIPE (AP) — Días después del devastador terremoto de 2010 que mató a su hijita y destruyó su vivienda, Meristin Florival y su familia extendieron una lona en una colina de la capital haitiana y se instalaron a vivir en ese lugar. De allí no se han movido.
A pocos kilómetros, Jean Rony Alexis se mudó del campamento donde estuvo varios meses después del terremoto a una choza precaria que construyó la Cruz Roja, pero no está mucho mejor. El alquiler se duplicó y no tiene agua corriente ni trabajo.
"No veo ningún beneficio", expresó Alexis, un vendedor callejero, que ahora vive en una choza donde retumba el ruido de un bar vecino, el "Frustration Bar".
Florival y Alexis figuran entre los cientos de miles de haitianos cuyas vidas apenas si han mejorado desde el terremoto, a pesar de la llegada de una cantidad sin precedentes de ayuda del exterior.
El secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-mun, el ex presidente estadounidense Bill Clinton y otros prometieron "construir una Haití mejor" que la anterior. Sin embargo, muchos haitianos no perciben mejoría alguna en su situación, no obstante una inversión de 2.380 millones de dólares en la reconstrucción.
Inicialmente se anunciaron grandes planes y se dijo que de los escombros surgiría una ciudad moderna que daría mejores condiciones de vida a sus 3 millones de habitantes, pero ahora el gobierno parece estar enfocándose en las cosas básicas, abordando proyectos que buscan crear viviendas para los desplazados en sus viejos barrios, renovar la infraestructura y encontrarle trabajo a la gente a través de amigos.
Las razones del lento progreso son varias. En Haití, uno de los países más pobres del mundo, a menudo no está claro quiénes son los propietarios de las tierras y esto genera trabas burocráticas. También hubo un impasse político que duró más de un año y que todavía afecta la toma de decisiones.
Luego del terremoto hubo elecciones que fueron cuestionadas y generaron disturbios. Puerto Príncipe estuvo paralizada tres días y el aeropuerto internacional fue cerrado.
Incluso después de resuelto el asunto y de que Michel Martelly asumió la presidencia en mayo de 2011 hubo nuevos problemas. Martelly, un astro de la música pop sin experiencia política, se tomó seis meses para designar un primer ministro encargado de supervisar la reconstrucción. Irritó a la oposición cuando su gobierno detuvo a un diputado sin seguir los procedimientos legales y también al nombrar un primer ministro sin consultarles. Respondieron obstruyendo todos sus movimientos.
Durante seis meses Martelly gobernó con ministros del antiguo gobierno. "Se creó una situación en la que era difícil hacer cosas", comentó el nuevo ministro de relaciones exteriores Laurent Lamothe a la Associated Press.
Otra víctima del impasse fue el grupo de trabajo encabezado por Clinton, enviado especial de las Naciones Unidas, pues los legisladores se negaron a renovar su mandato, aduciendo que había pocos haitianos. Hay quienes creen que esa fue una excusa y que el objetivo era perjudicar a Martelly. Así, durante seis meses no hubo organismo alguno que coordinase la construcción de viviendas.
Mientras tanto, no era inusual encontrar empleados del estado durmiendo en sus escritorios, a la espera de órdenes que nunca llegaban.
El gobierno y organismos internacionales dicen que ha habido algunos progresos, como la construcción de 600 aulas que reciben 60.000 estudiantes, la limpieza de casi 10 millones de metros cúbicos de escombros y la pavimentación de calles y carreteras.
Pero los campamentos, el símbolo más visible del terremoto, siguen presentes en las laderas de las colinas que rodean la capital o encerrados entre los callejones de la ciudad
El 12 de enero de 2010 Haití fue estremecida por un terremoto como jamás habían visto y se habla de más de 300.000 muertos. Nadie pensó que dos años después, la capital siguiese en ruinas. Los campamentos de refugiados dieron lugar a verdaderos barrios marginales.
Luego de la emergencia inicial, en que se dio prioridad a alimentos y medicina, la principal necesidad fue dar vivienda a 1,5 millones de personas que se quedaron sin techo. Más de 400.000 edificios fueron destruidos total o parcialmente por el terremoto de magnitud 7,0. Ya pasaron dos años y la escasez de viviendas sigue siendo el mayor problema.
Más de 550.000 personas aún viven en campamentos lúgubres y densamente poblados, y muchos de los que se fueron de esos sitios, desalojados o porque consiguieron una vivienda, dicen que su situación apenas si mejoró, y en algunos casos empeoró.
Hay quienes dicen que la escasez de viviendas refleja las fallas generales de la reconstrucción.
"Ciertamente no creo que (la reconstrucción) haya sido un éxito", declaró Alex Dupuy, profesor de psicología haitiano que enseña en la Wesleyan University de Connecticut, Estados Unidos. "Se instaló un gobierno, pero no veo ningún otro indicio de recuperación".
En el primer año luego del terremoto, el gobierno no creó un organismo encargado de construir viviendas ni elaboró una política habitacional clara. Mientras tanto, los campamentos de refugiados se llenaban porque la ayuda internacional hacía llegar cosas que el gobierno no suministraba: agua, electricidad e inodoros.
Ninguno de los 10 proyectos que cuentan con mejor financiación se enfoca exclusivamente en la vivienda. En la iniciativa más publicitada, el ejército estadounidense y el actor Sean Penn llevaron 5.000 personas a un terreno en Corail-Cesselesse, al norte de la capital, donde se iba a construir la primera comunidad planificada del país, con fábricas y viviendas para 300.000 personas.
El proyecto nunca se realizó.
Hoy, los habitantes de Corail-Cesselesse soportan constantes inundaciones y cocinan al calor del sol en precarias viviendas. Viven lejos de los sitios donde trabajaban y dicen sentirse abandonados.
"Es como si no hubiese un gobierno", manifestó Stanley Xavier, un hombre de 30 años que anteriormente conducía y taxi y que hoy no tiene trabajo. "Cuando nos sacaron del club de golf donde estábamos, hicieron muchas promesas".
"Dijeron que nos darían trabajo", acotó su vecina Jocelin Belzince, de 39 años. afirmó seguidamente que se ha tenido que convertir en una extorsionista y que le cobra 250 dólares a la gente por un terreno que no es de su propiedad.
"Lo hacemos para sobrevivir. Tengo que alimentar a mis hijos", agregó con una sonrisa. "Mucha gente está haciendo lo mismo".
El nuevo gobierno de Martelly comenzó a construir dos complejos de viviendas: 400 casas en la bahía y otras 3.000 al pie de una montaña deforestada. El canciller Lamothe dijo que 40 millones de ayuda ofrecidos por Venezuela serán empleados para desarrollar la ciudad costera sureña de Jacmel, para tratar de descongestionar la capital.
La estrategia actual del gobierno parece ser que los sobrevivientes vuelvan a sus viejos barrios, incluidos sectores marginales. Ello permite obviar el tema de la propiedad de las tierras y ubica a la gente cerca de sus viejos amigos, que pueden ayudarlos a conseguir trabajo.
En un proyecto llamado "6/16", los residentes de seis campamentos están siendo instalados en 16 barrios a ser desarrollados. Varios miles de personas ya dejaron las carpas.
El plan abarca al 5% de la población desplazada, pero las autoridades dicen que se un programa piloto que puede ser repetido en otros sitios.
La gente le puede pagar al propietario de la vivienda un alquiler anual subsidiado de 500 dólares o aceptar dinero para construir o reconstruir su vivienda. También reciben 150 dólares para la mudanza.
"Seguir en las carpas dos años después del terremoto está descartado", afirmó Nicole Widdersheim, de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos.
"6/16" cuenta con 125 millones de dólares aportados por el Banco Mundial y el Fondo para la Reconstrucción de Haití, que administra el BM.
Muchas personas que vivían en tiendas se mudaron a viejos departamentos el barrio pobre de Jalousie, donde parece estar surgiendo un sentido de comunidad.
Marise Nelson, una mujer con un hijo y que espera otro, recibió 500 dólares de un fondo de asistencia para el alquiler de un año y dice que no extraña para nada el campamento donde vivió dos años.
"No podías encontrar comida. No había agua", declaró el ama de casa de 26 años.
Dice que le gustan su vivienda de un dormitorio, los vecinos, el pozo de agua y las pequeñas tiendas de ropa.
"La gran diferencia es que puedo mantener limpia mi casa", expresó mientras cocinaba arroz y vigilaba a su hija.
Meristin Florival quisiera poder decir lo mismo. En cambio, debe soportar vecinos que usan bolsas de plástico para sus necesidades biológicas y luego las tiran a los techos de los vecinos.
Alexis y su esposa, Darlene Claircin, se sienten complacidos de contar con un techo y una habitación con una mesa y una cama, pero aseguran que su vida no es mejor que en las carpas.
"Es lo mismo", declaró Alexis. "Sufría allí y sufro aquí".
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