La actividad volcánica tiene por efecto realimentar la superficie de la Tierra con nueva materia mineral proveniente de zonas profundas de la Tierra. Por eso, las zonas volcánicas muy comúnmente se caracterizan por tener suelos ricos y fértiles, constantemente alimentados por nuevos aportes minerales, como en el caso del Ecuador. Además, en ciertos casos los volcanes y sus sistemas magmáticos pueden ser utilizados como fuentes de energía geotérmica, para producir electricidad. También, muchos de los más grandes yacimientos de minerales metálicos del mundo están relacionados con antiguas zonas de actividad volcánica. Finalmente, a veces los volcanes pueden actuar como grandes captaciones naturales de agua, o también como reservorios de agua cuando poseen glaciares en sus edificios.